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                         Exponentes Representativos

 

Se distinguieron dos modos de hacer arte surrealista:

            Una que defendía el automatismo, donde se encontraban los surrealistas abstractos como Joan Miró  y André Masson, quienes creaban universos figurativos propios. En el automatismo las ideas y las asociaciones de imágenes, surgen de manera rápida, espontánea, fluida, sin hacer caso para nada de la coherencia y el sentido.

            Y otra que creía que la figuración naturalista podía ser un recurso igual de válido. Donde los surrealistas figurativos como Salvador Dalí, René Magritte, Paul Delvaux, EstéfanoViu o Yves Tanguy, se interesaban por los sueños y el realismo mágico.       

 

Joan Miró (1893-1983)

"Me es difícil hablar de mi pintura, pues ella ha nacido siempre en un estado de alucinación, provocado

por un shock cualquiera, objetivo o subjetivo y del cual soy enteramente irresponsable".

Es el máximo representante del surrealismo abstracto, aunque fue solamente una fase dentro de su

producción.

Sus cuadros están llenos de poesía. Pinta con colores puros y tintas planas. La obra clave en su evolución

es El carnaval del arlequín (1924).

Crea un mundo propio que se abre paso a la abstracción. Sus imágenes son simples, con pocos trazos, a la

manera de los niños. Rechaza la perspectiva, el modelado, el claroscuro y el acabado minucioso. Traza

signos abstractos, simples, que no tratan de expresar una idea, sino que desean bastarse a sí mismos y

son extraídos de lo irracional.

Personajes de noche, El bello pájaro descifra lo desconocido a una pareja de enamorados, Naturaleza muerta con zapato viejo, Mujeres y pájaros en claro de luna.

Los años de la guerra civil española y mundial lo alejaron de la aventura surrealista. Una de las últimas obras fue el revestimiento cerámico del edificio de la UNESCO en París, Noche y día.

 

Salvador Dalí (1904-1989)

                                                                                 Dalí es más escandaloso y extravagante de todo el grupo. Sus cuadros                                                                                              presentan figuras imposibles fruto de su imaginación.

                                                                                 Le caracteriza la provocación y su método "paranoico-crítico". Su primera                                                                                      etapa surrealista es furiosa y ácida, las formas se alargan, se descomponen o                                                                              resultan de apariencia equívoca. Utilizará alusiones al sexo y la paranoia. La                                                                                    sangre es más dulce que la miel, La persistencia de la memoria, El ángelus                                                                                       arquitectónico o Premonición de la Guerra Civil.

También son característicos sus relojes blandos, sus altas y destacadas figuras sobre un lejano horizonte y las vistas de Cadaqués.

Más adelante su estilo se hará más barroco en Leda atómica y en El Cristo de San Juan de la Cruz, donde el sentido de la composición y del espacio es más clásico, pero siempre inquietante.

Su pintura resulta excepcional en sus calidades plásticas por la corrección en el dibujo y por la presencia de la luz, transparente y limpia.

 

Max Ernst (1891-1979)

Llegó a ser uno de los principales exponentes del Surrealismo utilizando la técnica del

frotagge. Consiste en frotar una mina de plomo o lápiz sobre un papel que se apoya en un

objeto y se deja así su huella en dicho papel, con todas sus irregularidades. Las imágenes

surgidas aparecerán cargadas de misteriosas evocaciones, de signos de catástrofe y

desolación.

 

                                                   Marc Chagall (1887-1985)

                                                    Presenta hechos sacados de la realidad pero dentro de un ambiente ensoñador. Sus figuras v                                                  que  vuelan sobre el paisaje. Yo y la aldea, evoca una serie de elementos reales de su tierra                                                       natal (casas, vacas...), pero la magia del sueño lo transmuta. La vaca acoge en su cabeza a                                                         una lechera ordeñando, la campesina puede andar con la cabeza en el suelo, etc.

                                                     

 

 

 

 

Leonora Carrington

Pintora de origen inglés que se inicia en el surrealismo de la mano de Max Ernst y

desarrolla la mayor parte de su vida y obra en México. Nacida en Clayton Green,

Lancashire, Inglaterra, en el seno de una rica familia de la industria textil, en 1920

queda junto a sus hermanos bajo los cuidados de una institutriz francesa, un

instructor de religión y una nana inglesa, que la introduce en el mundo de las hadas

y cuyos relatos tendrán una fuerte influencia sobre la artista. Después de ser

expulsada de varias escuelas religiosas, es enviada a un internado de Florencia (Italia)

y más tarde a una escuela parisina. En 1936 ingresa en la academia de AmédéeOzenfant donde realiza estudios de dibujo y pintura. En 1937 conoce a Max Ernst con el que marcha a París y la introduce en el círculo de los surrealistas, estilo del que será una gran intérprete. Un año más tarde expone con los surrealistas en París y Amsterdam (Themeal of lord Candlestick, 1938). Al comienzo de la II Guerra Mundial, en 1939, marcha a España y Portugal, donde conoce al diplomático mexicano Renato Leduc, amigo de Pablo Picasso, con quien se casa en 1941 y viaja a Nueva York. En 1942 llegan a México y tras divorciarse, en 1943, conoce a Edward James, mecenas de los surrealistas y máximo coleccionista de su obra. Durante los 43 años que permaneció en México formó parte del movimiento surrealista, compaginando la pintura (PainChant, 1947; Gato blanco, 1952; Kabala, 1960; Belfry, 1980) con las escenografías teatrales (Penélope, 1945-46). En 1985 huyendo del terremoto que destruyó parte de la ciudad, se estableció en Nueva York y más tarde en Chicago (1988), regresando finalmente a México (Labyrinth, 1991), donde pasó sus últimos años de vida.

El Surrealismo termina en 1940. Esta corriente se podría decir que es el último ya que desde ese año no ha habido una corriente artística oficial o continua, existe uno llamado “hiperrealismo”, que se podría decir que fue el siguiente, ya que éste, a diferencia del surrealismo, como su nombre bien lo dice, es una tendencia totalmente contraria; su técnica y tendencia es muy distinta a las otras. 

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